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Día Internacional de la Mujer
Las mujeres en los puertos vascos: un eje en la economía marítima vasca
Se menciona a menudo que durante siglos muchos trabajos duros de bajo prestigio que se realizaban en los muelles eran realizados por mujeres de bajo nivel socio-económico Mientras que a lo largo de los siglos en el Puerto de Pasaia las labores de carga y transporte entre barcos y tierra era realizado por las mujeres llamadas “bateleras"·, en el siglo XIX eran las esposas e hijas de los proletarias, llamadas “sirgueras”, las sirgaban los barcos en el Puerto de Bilbao, es decir remolcaban los barcos ría arriba tirando desde tierra.
También es conocido que las mujeres pertenecientes a las familias de pescadores hayan sido las que hasta la fecha preparaban las artes de pesca, tanto en la reparación de las grandes redes de pesca de anchoa y sardina "rederas", como en la reparación y llenado de palangres de besugo (llenando con cebo los centenares de anzuelos que tiene cada palangre).
Además, se sabe que en los muelles las mujeres han dominado durante siglos los negocios de porductos alimenticios: trabajadoras de las fábricas de conserva de pescado, "bizcocheras" que elaboraban el pan especial llamado bizcocha, base de los alimentos necesarios para varios meses en las embarcaciones que se dirigían a Terranova y a las ballenas, "taberneras" que compraban al por mayor los comestibles traídos por mar (trigo, legumbres, sal, vino...) y luego los vendían al por menor, pescaderas que compraban al por mayor el pescado traído por los pescadores y lo vendían al por menor en localidades del interior, "sardineras" etc.
No es tan conocido, sin embargo, otro papel fundamental e importante para el desarrollo de todas estas últimas actividades: el trabajo de mediación y negociació. En las transacciones que se desarrollaban en los muelles era básico el trabajo de corretaje entre vendedores y compradores, trabajo que estaba en gran medida en manos de mujeres expertas en el trabajo de trato.
El principal recurso de estas corredoras era la información sobre la situación de mercado de los diferentes productos (abundancia o escasez en los distintos puertos, fluctuaciones de precios aquí y allá...), sobre las vendedoras y compradoras (cantidad de unos y otros, cantidad de dinero de que disponían o prisa y necesidad de comercio...), el conocimiento de idiomas de los comerciantes procedentes del extranjero, etc. Por ejemplo, en los siglos XVI, XVII y XVIII los capitanes de los cientos de barcos que venían cargados de trigo, sal y legumbres desde Bretaña y Francia a los puertos vascos contrataban para la venta de estos productos a corredores denominados "venderesas" que se encontraban en los puertos vascos. Los propietarios de las ferrerías también contrataban los servicios de estas mujeres para vender su hierro a estas embarcaciones extranjeras.
Otro tipo de corretaje lo hacían las denominadas “maestresas”, “pixonera” o “neskatila”, que trabajaban en muelles como el de San Sebastián con una importante venta de pescado, vendiendo pescado proveniente de otros barcos pesqueros autóctonos y, sobre todo, de toda la costa cantábrica. Cada barco contrataba una “maestresa” y ella se encargaba de las labores de arbitraje para la venta del pescado. Entre estas mediadoras de había también “venteras” que cumplían una función especial. En el caso de San Sebastián, la labor de estas actrices contratadas por la cofradía de pescadores local consistía en la realización de subastas de pescado.
Autor: Xabier Alberdi Lonbide, director del Museo Vasco Marítimo
Argazkiak: CC BY-NC 4.0 2015 /
KUTXATEKA-FOTO MARIN / Marí, Paco-